domingo, 27 de diciembre de 2009

Porqué la Navidad?




“Cristo, Palabra Eterna, que al venir al mundo anunciaste la alegría a la tierra, alegra nuestros corazones con la gracia de tu visita” (tomado de Liturgia de las Hras. 25/12/2009)

Ayer, hoy y durante estos días se envían y reciben miles de mensajes telefónicos, llamadas, visitas y saludos con un “Feliz Navidad”, que quiere decir, “feliz nacimiento de Dios en tu vida”. Navidad se celebra por estos días desde el año 345 cuando “por influencia de San Juan Crisóstomo y San Gregorio Nacianzeno, la Iglesia Católica proclamó el 25 de diciembre como el día de la Natividad del Señor”, probablemente para contrarrestar y absorber celebraciones paganas como el Saturnal romano, en honor a Saturno, dios de la agricultura que se celebraba con grandes fiestas y mucha bulla; la “fiesta del nacimiento del sol” o “la fiesta del Yule”, al norte de Europa, con la quema de grandes troncos adornados con ramas y cintas “para que el sol brille más”.

Te deseo Feliz Navidad. Un ciento por ciento de estos mensajes son sinceros y cargados de buenas intenciones. Pero tienen un defecto: Eso, la sola buena intención. Porque como seres humanos limitados no atinamos a dar más, aunque quisiéramos. Entonces las palabras bonitas se cargan con la ilusión del mejor deseo. Y pronto, como la “flor de la ilusión” se marchitan y olvidan. Pero ¿Qué ocurre si ese deseo de repente se vuelve realidad? ¿Y si Dios nos toma esa palabra y la hace verdad? ¿Por qué no? Hace más de 2000 años palabras similares se hicieron verdad en María, pues de lo contrario, no estaríamos celebrando la Navidad. Para Dios, no hay límites de tiempo y espacio y la astronomía demuestra que esto es así. Es un hecho cierto que hoy puede ocurrir un nacer de Dios en ti. Pruébalo. Dile: “Señor: tu viniste por los cargados y agobiados y quieres nacer en verdad en la vida de muchas personas. Yo soy una de ellas. ¿Qué tengo que hacer para que nazcas en mí? Ante la misma pregunta, Pedro, el discípulo a quien dejaste la conducción de tu Iglesia acertó la respuesta cuando habló por primera vez, luego de vencer el miedo con ayuda del Espíritu Santo después de tu resurrección y ascensión al cielo: “Vuélvanse a Dios y bautícense cada uno en el nombre de Jesucristo, para que Dios les perdone sus pecados y así el les dará el Espíritu Santo” (Hechos 2:38). Es decir, desempolva tu bautismo y hazlo vida. No necesitas otro. Así cada mensaje de “Feliz Navidad” pasará del mundo de la ilusión y la “buena intención” al mundo real, de carne y hueso a través del Dios encarnado, hecho hombre en la persona de Jesús. Que tengas una auténtica “Feliz Navidad”. Entonces no es necesario desearte feliz 2010 porque Dios habita contigo.

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